#QueremosPoderVolver


A la vuelta del verano, cuando el espejismo de pueblos llenos toca su fin y cada mochuelo regresa al olivo que ha tenido a bien darle cobijo laboral para el resto del año, nacía en el agujero del país que traga más castellanos y leoneses sin piedad, la Asociación jóvenes de Castilla y León en Madrid.

En realidad, todo había empezado tras la manifestación que tuvo lugar el pasado marzo para reivindicar la España vaciada. Dos conocidos. Hablaban. Un chico y una chica. Universitarios. Trabajando. Como ellos, amigos, familiares, conocidos. Todos en Madrid. Pero todos queriendo volver. Acordándose de la tierra que les vio nacer, que les educó, que les formó. Pero que luego, sin más remedio, les lanzó fuera de sus fronteras.

Eran dos. Se pusieron a pensar. Lanzar una reunión. Twitter. Instagram. Aspiraban a quedar para tomar unas cañas en un bar. Compartir experiencias. Anhelos. Esperanzas. Quién sabe si un simple desahogo. Pero no cupieron en un bar. Eran más de cincuenta desconocidos atravesados por un mal común. Estaban en Madrid, pero querían estar en su tierra. Por fortuna pronto se enteró Casa Zamora y pudo remediar que los cincuenta se reunieran, aunque no pudieran caber en un bar. En un bar de Madrid no cabe tanta zozobra.

Reunión de la Asociación Jóvenes de Castilla y León en Madrid en Casa Zamora.

Somos la comunidad más despoblada, la más envejecida y la que más jóvenes expulsa de su territorio. ¡Suerte (maldita) que se encontraran en la capital!

Según un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Centro de Estudios Demográficos, el 38,2% de los titulados universitarios de Castilla y León emigran fuera de la comunidad en busca de un proyecto profesional y vital; cada año 2.175 jóvenes, de entre 25 y 39 años, abandonan esta tierra.

En años anteriores he escrito en este periódico sobre la ilusión que me hacía la llegada de la Navidad, porque estas fechas suponen para mí el reencuentro con tantas amistades que a lo largo de estos años han tenido que huir de esta tierra en busca de un futuro mejor. Sin embargo, este año, confieso, tengo la ilusión reconvertida en enfado. Y a los sentimientos y la algazara propia de las fiestas que suponen nuestros reencuentros, se ha superpuesto esta vez la rabia de que se hayan tenido que ir.

¿Hay derecho a esto? ¿Puedo alegrarme del regreso fugaz de quienes nunca debieron marchar?

No exagero. Los datos son espantosos: los números son los mismos que se vivieron en el éxodo rural de los años 60, la provincia de Zamora incluso los supera. Y las ciudades de Castilla y León tampoco son capaces ya de retenernos.

Hace unos días, a pesar de la desolación y en medio de este tremendo enfado llegó a mi teléfono un mensaje. Era un vídeo. Se llamaba: #QueremosPoderVolver.

Era la Asociación jóvenes de Castilla y León en Madrid, que clamaba por su regreso. El vídeo me dejó helada. Los pelos de punta. Un padre narraba cómo se iniciaba el principio de la separación con su hija y cómo lloraba por ella, pero también por su tierra, que expulsa gota a gota a cada una de las personas que se ven obligadas a huir en busca de un futuro mejor. Lloraba porque amaba a su hija, pero también a su tierra.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=PQGrHi66vGE]

A las pocas horas supe que lo que vi en ese vídeo eran las letras reales que un padre escribió el día en que su hija, la misma protagonista del vídeo, se fue a vivir a Madrid.

Decía él: “Si no fuera por lo mucho que amo mi tierra, la maldeciría”. Pero también: “Luchadores que aún quedan: ¡Adelante!”.

Quieren poder volver y nosotros queremos que puedan volver. No solo en Navidad, sino para siempre.

Os estamos esperando.


Virginia Hernandez
isaeirene2015@gmail.com