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Los pueblos son los protagonistas


El pasado 14 de noviembre participé en Zamora en unas jornadas organizadas por la Federación Estatal de Municipios y Provincias denominadas Instrumentos para afrontar los retos de la despoblación. A mí me tocaba hablar junto a otras personas como Ignacio Molina, el director del Comisionado del Gobierno de España frente al Reto Demográfico, de una futura estrategia nacional contra la despoblación. ¡Ay si todo fuera tan sencillo como ir a una mesa redonda!

Sin embargo, precisamente eso quise contarles yo: que evidentemente el problema que sufre esta tierra no se soluciona en dos horas de debate, pero sí hay acciones que se pueden poner en marcha ya y antes de tener que discurrir una estrategia nacional, aunque la necesitemos. Y, hasta ahora, muy pocas personas han estado por la labor, por mucho que algunos pretendan contarnos lo contrario.

Yo no soy geógrafa, ni jurista, ni economista, ni socióloga, ni, a priori, experta en ninguna de las disciplinas cuyos máximos exponentes estarían llamados a aportar una solución a este grave problema. Pero tuve la buena o mala suerte de ser de un pueblo de 50 habitantes y tener la temeridad de presentarme a la alcaldía.

Mucho de lo que sé y de lo que os cuento no tiene otra fuente de información que mi experiencia propia. No he invertido años de investigación en observar y describir, ni tampoco años de especialización para formular algunas soluciones. Me baso, exclusivamente, en mi experiencia y, probablemente, en mi osadía para atreverme a hablar de según qué cosas que cuando verbalizo hacen torcer el morro a algunos.

Quizás por eso, me enfadan sobremanera todas las cumbres, encuentros, jornadas y demás formatos en que se reúne un montón de gente más o menos importante para vislumbrar grandes medidas contra la despoblación en nuestros pueblos. Y no es que crea que no necesitamos grandes disposiciones, es que creo que, si estamos hoy así, es porque no se han puesto en marcha ni las más básicas y evidentes medidas. No se ha puesto a funcionar la maquinaria con lo que tenemos más a mano. No se han desarrollado ni siquiera las medidas que no necesitan a ninguno de estos grandes estudiosos, entre los que yo ya he dicho que no me encuentro. Y que, por cierto, a veces se empeñan en diagnosticar y diagnosticar, pero resuelven poco.

fotoEs hora de asumir que este no es un problema demográfico, sino un problema político y si estamos como estamos no es porque políticamente se haya prestado poca atención a esta cuestión: es porque se ha provocado. Aunque iría incluso más lejos y diría que no es un problema solo de decisiones políticas, es un problema sistémico cuyo origen se encuentra en el capitalismo: porque para el mercado, el medio rural es disfuncional; es un problema.

Pero más allá de eso, aunque les suene simplón, ¿no creen como yo que lo primero que hay que hacer en la lucha contra la despoblación es escuchar a las personas que habitan el medio rural? Es imprescindible que los recursos lleguen directamente a las personas que habitan el territorio y sea en ese mismo medio rural donde se piensen y desarrollen las políticas dirigidas a nuestros pueblos. Porque en los despachos donde se legisla huele mucho a Channel nº5 y poco a caca de vaca y por eso se cierran escuelas y oficinas bancarias, desaparecen la figura del médico rural y las líneas de transporte, etc. Por eso nos sobran las ocurrencias, porque las iniciativas que se ponen en marcha están muy lejos del territorio que pretenden afectar.

Pero es más: necesitamos que exista una voluntad real por revertir este problema; y yo, sigo teniendo mis dudas. Y es que los mismos que dicen estar preocupadísimos por la despoblación nos niegan a los Ayuntamientos apoyo administrativo, legislan para que no podamos gastar siquiera los recursos del propio consistorio en servicios para las personas, nos obligan a cumplir los mismos plazos legales y administrativos que los grandes municipios y recortan más y más aquellos servicios que a duras penas nos siguen prestando. Y para muestra la del futuro cierre de los consultorios médicos.

Dicen que apoyan el empleo rural pero aquí seguimos, esperando Internet y cobertura telefónica. Dicen que quieren favorecer el asentamiento de mujeres y población joven pero no han puesto en marcha ni una sola directriz que favorezca la adquisición de vivienda en nuestros pueblos que cada vez se parecen más a un campo de guerra arrasado.

No pueden impedirnos gastarnos nuestros propios recursos en servicios para nuestros vecinos. No pueden obligarnos a pasar un calvario burocrático y administrativo como si fuéramos el Ayuntamiento de Madrid. No pueden exigirnos, por ejemplo, tantos requisitos para acceder a las ayudas europeas para el desarrollo rural.

Muchas veces me ha tocado escuchar cosas como que es que estamos en un punto muy difícil, que se necesita mucha imaginación o incluso que es que no tenemos una varita mágica contra la despoblación. ¡Y claro que no tenemos una varita! ¡Ni la necesitamos!

¿Saben lo que necesitan los Ayuntamientos de esta tierra? Simplificar administrativa, burocrática y legislativamente su funcionamiento, con el fin de facilitar el desarrollo de proyectos e iniciativas públicas o privadas que contribuyan a la reactivación del medio rural; para que los Ayuntamientos podamos enfrentar este problema de cara y no depender de macro administraciones que no conocen nuestra realidad.

Para tener voluntad y escuchar a las personas afectadas no hace falta organizar cumbres y encuentros con millones de estudiosos y analistas. Hace falta solo eso: voluntad. Dejen de tratar a las personas y a las administraciones de nuestros pueblos como menores de edad. Déjennos tener influencia y capacidad para desarrollar medidas de calado en aquellas cuestiones que son de nuestra competencia.

Ocúpense, como sugerencia, del grave problema de la vivienda en nuestros pueblos y de las dificultades para conectarnos a Internet. Después ya hablaremos de leyes, de ministerios y de estrategia nacional, pero empiecen por devolvernos lo más básico: la autonomía. También la financiera.

Y sigamos después hablando de PAC, de discriminación fiscal positiva, de ordenación del territorio, del establecimiento del funcionariado en los municipios en los que trabajan, de una banca pública, del mismísimo servicio de Correos, de la custodia del territorio o la economía social. Pero cuando hayan dejado de tratarnos como incapaces y sean conscientes de que los pueblos son los protagonistas.

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Virginia Hernandez
isaeirene2015@gmail.com