elecciones

Al final, confluencia de siglas


De nuevo elecciones. De nuevo campaña electoral, aunque no tengo claro que  haya acabado la que empezamos en diciembre. Y, por fin, la tan esperada confluencia. Aquella por la que muchos llegamos a la política institucional. Y, al final, sopa de siglas, aquella por la que nos dijeron sería imposible confluir.

Hoy, que hace un año desde que fui elegida para ejercer un cargo público, precisamente, respaldada por una confluencia, recuerdo la ilusión y la esperanza que suponía estar representando el fin de la discusión de si galgos o podencos, ¡eran perros! Los del capital, los de los ajustes, los de la derecha…

Recuerdo que nos decían que una de las grandezas de este movimiento era la llegada de gente como yo, que nunca había militado en ningún partido, pero que por fin había decidido dar la batalla política trascendiendo el mero papel activista o de quejica de barra de bar. Y con esto no me refiero a lo de ser cargo público, sino a lo de participar decididamente, de la manera que fuese, en un movimiento que se presentaba a las elecciones.

Ni conseguimos la confluencia total en esas elecciones municipales ni en las generales de después, con el deterioro anímico de los confluyentes de corazón que eso ha ido suponiendo.

Y llegó mayo por fin y al salir el sol llegaron las flores y la confluencia, justo al contrario de como aprendimos que tenía que ser lo que se llamó nueva política: desde arriba, negociando con puestos y con siglas, y haciendo caso omiso a todo ese montón de independientes, de gente normal, de ciudadanía de a pie, a la que contaron que habían hecho grandes estos movimientos.

Unidos Podemos es mi candidatura, mucho más que otras a las que pude votar con anterioridad y, aunque esté hecha al revés de como tendría que haber sido, voy a darle mi voto de confianza (además de en la urna) y voy a pecar otra vez de ingenuidad al pensar que si así está hecha, no es más que por la premura de los tiempos. Y haré todo esto porque nunca antes la izquierda había salido a ganar y la gente de este país ya ha perdido bastante. Y, por lo mismo, quiero pedir a todas aquellas personas que hartas dicen que se van a abstener, que se den otra oportunidad, aunque sea la última. Como última puede que sea esta reflexión mía, antes de empezar a deshacer lo andado para volver al lugar del que quizás nunca debí salir.


Virginia Hernandez
isaeirene2015@gmail.com